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Aprende a identificar sus señales

¿Cómo saber si tienes epicondilitis?

La epicondilitis suele comenzar de forma sutil, con una molestia localizada en la parte externa del codo que aparece al realizar ciertos movimientos. Con el tiempo, ese dolor puede intensificarse, irradiarse hacia el antebrazo y dificultar tareas cotidianas como girar una llave, cargar una bolsa o levantar una taza. A diferencia de otras dolencias articulares, el dolor de epicondilitis no suele presentarse en reposo, sino al usar la musculatura extensora del antebrazo. En esta página te explicamos cómo reconocer los síntomas más comunes —y también los que pueden pasar desapercibidos— para que sepas si realmente estás lidiando con esta dolencia. Detectarla a tiempo es clave para evitar que se vuelva crónica o incapacite más de lo necesario.
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Dolor al hacer fuerza con la mano: el síntoma más evidente

Uno de los primeros síntomas que suele aparecer es el dolor al realizar actividades que implican fuerza con la mano o la muñeca: abrir un frasco, apretar una herramienta, levantar peso o incluso dar la mano. Esta molestia suele localizarse en el epicóndilo (parte externa del codo), pero puede irradiarse hacia el antebrazo e incluso la muñeca. El dolor aparece especialmente al extender la muñeca o al sujetar algo con firmeza. Al principio puede ser soportable, pero si no se trata, se intensifica y limita el uso del brazo. Este es uno de los signos más característicos de la epicondilitis y, a la vez, uno de los más incapacitantes en la vida diaria.

Debilidad en la mano o pérdida de precisión al agarrar objetos

Aunque muchas personas relacionan esta patología solo con el dolor, la epicondilitis también puede generar una pérdida de fuerza en el brazo afectado. Esta debilidad se manifiesta al sostener objetos por mucho tiempo, realizar tareas repetitivas o intentar agarrar cosas pequeñas con precisión. Puede notarse una falta de control, torpeza o incluso que se caen objetos de la mano sin motivo aparente. Esta disminución de la fuerza no se debe únicamente al tendón inflamado, sino también a la alteración de la función muscular por el dolor mantenido y la inactividad compensatoria. Detectar esta señal es importante para saber que el problema ya está afectando no solo a nivel estructural, sino funcional.
“Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza” -Marco Aurelio

Rigidez matutina y dolor con el brazo en reposo relativo

Aunque la epicondilitis se manifiesta principalmente con el uso del brazo, muchas personas experimentan rigidez e incomodidad al despertar o tras periodos prolongados de inactividad. Al intentar mover el brazo tras estar en reposo, se nota cierta rigidez en la articulación del codo y en la musculatura del antebrazo, como si estuviera “agarrotada”. Esta sensación suele mejorar con el movimiento, pero vuelve a aparecer después de estar mucho tiempo en la misma posición, como al dormir o trabajar sentado sin moverse. Es una señal de que el tejido está irritado y no se está recuperando bien durante el descanso. Esta rigidez matinal puede ser una pista importante en fases más avanzadas o persistentes.

Dolor irradiado, fatiga muscular y sensibilidad en el antebrazo

No todo el dolor de epicondilitis se concentra exclusivamente en el codo. En muchos casos, el malestar se irradia hacia el antebrazo, especialmente por la parte externa, acompañándose de fatiga, pesadez o sensación de tensión muscular. Incluso puede aparecer sensibilidad al tacto o dolor al presionar la musculatura, como si estuviera contracturada. Esta manifestación se debe a que la inflamación y la sobrecarga afectan no solo al tendón, sino también al tejido muscular y fascial circundante. En algunos casos, el dolor puede incluso confundirse con problemas cervicales o de nervios periféricos, por lo que diferenciarlo correctamente es esencial para elegir el tratamiento adecuado.

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Somos Iñigo y Roberto Junquera, creadores del portal de contenido de FisioOnline y de Fiit Concept.

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