Reconocerla es el primer paso para tratarla bien
¿Cómo se diagnostica la epicondilitis?
Confirmar que realmente sufres de epicondilitis es esencial para aplicar el tratamiento adecuado. Aunque los síntomas suelen ser bastante característicos, es importante realizar una evaluación específica para descartar otras posibles causas del dolor en el codo o el antebrazo. El diagnóstico suele ser clínico, basado en la entrevista, la observación y algunas pruebas físicas. En esta página te explicamos cómo se llega a este diagnóstico, qué maniobras utiliza el profesional para identificar la lesión, cuándo puede ser necesaria una prueba de imagen, y por qué es tan importante valorar no solo el codo, sino también la postura, el uso que haces del brazo y otros factores que pueden estar manteniendo el problema. Entender bien el origen del dolor es clave para resolverlo de forma duradera.

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Evaluación clínica: pruebas simples que revelan mucho
El diagnóstico de la epicondilitis suele comenzar con una buena historia clínica: cuándo comenzó el dolor, qué movimientos lo agravan, si hay debilidad o limitaciones en las actividades diarias. Luego, el profesional realiza una serie de pruebas físicas específicas como el test de Cozen o el test de Mill, que reproducen el dolor al activar los músculos extensores del antebrazo. También se valora la fuerza de agarre, la movilidad de la muñeca y la sensibilidad local. En la mayoría de los casos, estos datos son suficientes para confirmar el diagnóstico, sin necesidad inmediata de estudios de imagen. Una evaluación clínica bien realizada puede evitar errores, tratamientos ineficaces y largos procesos innecesarios.
¿Se necesitan pruebas de imagen? Cuándo y por qué pedirlas
Generalmente, la epicondilitis no requiere pruebas de imagen para ser diagnosticada, especialmente si los síntomas son claros y coinciden con las maniobras clínicas. Sin embargo, en casos más persistentes o donde hay dudas sobre la causa del dolor, puede indicarse una ecografía musculotendinosa o una resonancia magnética. La ecografía permite ver el estado del tendón, si hay inflamación, microdesgarros o calcificaciones. La resonancia, aunque menos habitual, se reserva para cuadros más complejos o en los que se sospechan otras estructuras involucradas. Estas pruebas no son imprescindibles para todos, pero aportan información útil cuando el dolor no mejora o cuando se necesita planificar un tratamiento más avanzado.
“Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza”
-Marco Aurelio
Descartar otras causas: no todo dolor de codo es epicondilitis
El dolor en la parte externa del codo también puede deberse a otras patologías que se parecen, pero requieren enfoques distintos. Algunas de ellas son la radiculopatía cervical (que irradia dolor hacia el brazo), la artrosis de codo, las neuropatías periféricas o incluso lesiones musculares que afectan estructuras cercanas. Por eso es fundamental realizar un diagnóstico diferencial, es decir, asegurarse de que el problema está realmente en los tendones extensores y no en otra parte. Un diagnóstico erróneo puede llevar a tratamientos inadecuados y frustración por la falta de resultados. Cuanto más precisa sea la valoración, más eficaz será el plan terapéutico.
Mirada funcional: el cuerpo como un sistema conectado
Una buena valoración no se queda solo en el codo. Para entender por qué apareció la epicondilitis y por qué persiste, es necesario mirar más allá del punto de dolor. Muchas veces, el problema se origina por desequilibrios en la escápula, el hombro, la muñeca o incluso la postura general. Un análisis funcional contempla cómo usas tu brazo en el trabajo, en el deporte o en las tareas del día a día. ¿Sujetas el ratón con tensión? ¿Repites gestos sin descanso? ¿Tu espalda está alineada o proyecta el esfuerzo hacia el codo? Ver al cuerpo como un todo es clave para un diagnóstico real. Solo así se puede diseñar un tratamiento personalizado que funcione de verdad y prevenga recaídas.


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Somos Iñigo y Roberto Junquera, creadores del portal de contenido de FisioOnline y de Fiit Concept.
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